La Tierra Pura externa está más allá del mundo de la
experiencia ordinaria. Es la tierra pura de Buda Vajrayoguini y de Buda Heruka.
Una tierra pura es un mundo donde no existe la verdad de los sufrimientos. No
existe ningún lugar dentro del samsara donde no haya sufrimientos verdaderos,
porque todo entorno en el samsara actúa como condición para experimentar
infortunios. Los seres ordinarios nacen en el samsara sin elección y han de
padecer miserias e insatisfacción de manera continua. No obstante, si purificamos
nuestra mente, podemos purificar también nuestra experiencia del mundo y
alcanzar una tierra pura libre del sufrimiento.
Hay diferentes clases de tierras puras asociadas con
diferentes Budas. La Tierra Pura de las Dakinis es parecida a la de Tushita y
la de Sukhavati, pero la tierra pura de Heruka y Vajrayoguini es la única en la
que los seres pueden recibir enseñanzas sobre el tantra del yoga supremo y
ponerlas en práctica.
Cuando, gracias a la guía de Vajrayoguini, los meditadores,
aunque sean enfermizos y de edad muy avanzada, alcancen la tierra pura de
Vajrayoguini, no experimentarán nunca más los sufrimientos de la vejez ni de
las enfermedades. Todos los signos de su vejez desaparecerán, se transformarán
en jóvenes de dieciséis años de gran belleza y vitalidad, y disfrutarán de una
longevidad ilimitada. Todos los disfrutes que deseen aparecerán de forma
espontánea. No volverán a renacer en el samsara, a menos que decidan hacerlo
motivados por la compasión. Aquellos que alcancen esta tierra pura recibirán
enseñanzas del tantra del yoga supremo directamente de Heruka, por lo que
alcanzarán la iluminación en poco tiempo.
La Tierra Pura externa de las Dakinis puede entenderse
también en relación con la experiencia personal del practicante. Desde este
punto de vista, la Tierra Pura externa de las Dakinis se logra al completar las
prácticas de la etapa de generación de Vajrayoguini. Durante nuestro
adiestramiento en la meditación de la etapa de generación imaginamos nuestro
cuerpo como el cuerpo puro de Buda Vajrayoguini, nuestro entorno como el
mandala de esta Deidad, y el mundo como la Tierra Pura de las Dakinis. Si nos
adiestramos en la práctica de la etapa de generación de manera continua, las
apariencias o percepciones ordinarias e impuras de nuestra mente irán
disminuyendo progresivamente hasta que, finalmente, cesarán por completo. Una
vez que alcancemos una realización estable de la etapa de generación,
percibiremos sólo apariencias puras y nuestro mundo se transformará en la
Tierra Pura de las Dakinis. El gran Maestro Tempa Rabgye dijo que la Tierra
Pura de las Dakinis no es un lugar alejado, ni hace falta que desaparezcamos de
este mundo para alcanzarla.
Sólo los practicantes realizados perciben apariencias puras.
Por lo general, según el sutra y el tantra, el mundo que percibimos es impuro,
imperfecto e insatisfactorio porque nuestra mente es impura y está contaminada
por las perturbaciones mentales y sus impresiones. En el texto Ornamento para
la realización clara, el Venerable Maitreya dice que cuando las mentes de los
seres sintientes se purifiquen por completo, sus entornos se convertirán en una
tierra pura de Buda.
Una tierra pura sólo puede alcanzarse purificando la mente.
Incluso cuando hayamos alcanzado la Tierra Pura externa de las Dakinis como
resultado de haber logrado una firme realización de la etapa de generación, los
demás todavía nos verán como seres ordinarios e impuros. Los seres ordinarios
no son capaces de reconocer que otra persona está en una tierra pura, porque no
pueden percibir la tierra pura de esta persona ni compartir sus experiencias.
En cierta ocasión, alguien le preguntó a Milarepa cómo era la tierra pura en la
que había alcanzado la iluminación, y éste contestó señalando a su cueva. El
que le hizo la pregunta sólo podía ver una cueva fría y vacía, pero para
Milarepa era una tierra pura.
Debido a que las mentes de los seres ordinarios son impuras,
lo perciben todo como si fuera ordinario. Puesto que somos seres corrientes y
tenemos apariencias ordinarias, somos incapaces de experimentar ni un solo
objeto como si fuera completamente puro y perfecto. Incluso nos parece que las
emanaciones de Buda tienen faltas. Todo lo que percibimos es impuro,
potencialmente perjudicial y su naturaleza es sufrimiento. Debido a que tenemos
apariencias ordinarias, nos vemos a nosotros mismos y a los demás con
imperfecciones, y sometidos a condiciones tales como las enfermedades y la
vejez.
Según las enseñanzas del sutra, la raíz del samsara es el
aferramiento propio y las perturbaciones mentales que surgen a partir de él. No
obstante, desde el punto de vista de las enseñanzas del mantra secreto, la raíz
del samsara son las apariencias y concepciones ordinarias. El aferramiento
propio reconocido por los practicantes del sutra es sólo una concepción burda y
ordinaria.
En este contexto, todo ser sintiente que no sea un Buda, y
todo entorno, disfrute o cuerpo que no sea el de un Buda, es ordinario. Las
percepciones de estos objetos como ordinarios son las apariencias ordinarias, y
las mentes que conciben los objetos de esta forma son las concepciones
ordinarias. Según las enseñanzas del mantra secreto, las apariencias ordinarias
constituyen las obstrucciones a la omnisciencia, y las concepciones ordinarias,
las obstrucciones a la liberación. Tanto las apariencias ordinarias como las
concepciones ordinarias tienen muchos grados de sutileza.
Uno de los propósitos principales de las meditaciones de la
etapa de generación es superar las apariencias y concepciones ordinarias.
Podemos superar las apariencias ordinarias generando una apariencia clara de
ser Vajrayoguini, y las concepciones ordinarias desarrollando el orgullo divino
de ser Vajrayoguini.
Debido a nuestras apariencias y concepciones ordinarias,
experimentamos el ciclo interminable de muertes, estados intermedios y
renacimientos ordinarios. Hemos de romper este ciclo sin fin llamado «samsara».
Mediante la práctica de las etapas de generación y de consumación podemos
purificar los tres estados ordinarios de la muerte, el estado intermedio y el
renacimiento, y conseguir de este modo los tres cuerpos de un Buda.
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