Donde quiera exista la conciencia omnisciente de un Buda,
así también la colección de sus formas iluminadas. Esto se debe a que el cuerpo
y la conciencia de tal ser son inseparables y por ello la colección de sus
formas iluminadas saturan a todo el espacio. Un Buda puede manifestar
simultáneamente un número infinito de emanaciones, las cuales pueden parecer
ser formas físicas. Sin embargo, éstas formas no son el resultado de la mera
colección de átomos y moléculas, sino consecuencia de una gran acumulación de
potenciales positivos y sabiduría. Sus formas parasen ser físicamente
tangibles, como el cielo, más en realidad no lo son.
Cuando un ser de ésta naturaleza manifiesta sus formas
supremas de emanación, ellas expresan las 32 marcas mayores y las 80 menores de
un ser plenamente iluminado. Cada uno de estos signos, es resultado de
comportamientos constructivos ejecutados en vidas pasadas. De hacernos
concientes de éstas características físicas, podremos orientar a nuestras
vidas, en la dirección positiva y seguro que nos muestran.
Las 32 marcas mayores de un Buda son el medio que indica la
presencia de un gran ser o persona (Mahapurusha), mientras que las 80 marcas
menores sirven como medios para establecer impresiones positivas en la
conciencia de otros.
Las características físicas de un Buda poseen signos de
excelencia que evidencian su corazón compasivo y su profunda sabiduría. A
menudo, dentro de la tradición budista se afirma, que tan solo ver la
representación pictórica de tal ser es suficiente para llenarnos de un
sentimiento de paz, ausente de toda forma de apego.
Las 32 cualidades superiores de un Buda:
1. En la palma de sus manos y sus pies, se encuentra la
impresión de la rueda del Dharma de mil rayos, tan claramente delineada como si
estuviera tallada en marfil. Estas marcas son tan nítidas que pueden ser vistas
a distancia. Un Buda camina como si flotara en el aire, nunca dañando o
perturbando a las criaturas que moran en la tierra. A pesar de que sus pies
nunca tocan la tierra, éstos en ella dejan impresa, la huella de la rueda del
Dharma.
La causa de esta extraordinaria característica y facultad
física, es el haber siempre bienvenido y acompañado a sus mentores
espirituales, así como haber mostrado una actitud altruista, centrada en
ofrecer sus servicios y auxilios a todos lo que lo necesitaran. Esta es la
razón por la que dentro de la cultura tradicional budista, al discípulo
encontrarse con sus mentores espirituales, los recibe y escolta con una vara de
incienso prendida, más tarde guiándolos, de la misma manera, a sus aposentos.
2. Como resultado de haber cumplido y respetado los votos de
la liberación individual, el mantenerse en un estado de plena atención y
desasociarse de toda forma de confusión, la piel de las plantas de los pies de
un Buda es tan suave y lisa como la concha de una tortuga.
3. Como producto de haber practicado por eones, las cuatro
acciones de influencia positiva que concilian y atraen a otros (ser generoso,
hablar de forma agradable, actuar y vivir de forma significativa), un Buda
manifiesta entre los dedos de sus manos y pies una telambre de luminosidad.
Como recordatorio de éstos signos, en la práctica ritual
cotidiana, mantenemos los dedos de nuestras manos en el gesto de la plegaria,
ligeramente abiertos y colocamos nuestras manos firmes y rectas en el suelo al
hacer postraciones.
4. Debido a que a lo largo de sus infinitas vidas, un Buda
ha sido generoso con todos los seres, dándoles alimento y bebida, su piel sin
importar la edad, carece de arrugas y es tan suave como las manos de un niño
lactante.
5. Como resultado de su generosidad material al ofrecerle
vestimentas y ornamentos a los distintos seres, la piel en siete partes de su
cuerpo (empeines, dorso de las manos, hombros, codos y rodillas) se encuentra
ligeramente redondeada y levantada.
6. Como resultado de haber protegido y salvado del
sacrificio a muchos animales, recibe una larga vida y las raíces de las uñas de
sus manos y pies son extremadamente largas.
7. El talón de sus pies presenta un pequeña protuberancia.
Esto es el resultado de haber hecho hasta lo imposible para ayudar sinceramente
a otros, salvar sus vidas y darles comodidad.
Existe una antigua historia budista para explicar esto. Se
dice que en una de sus previas vidas, el Buda renació como una tortuga gigante
que vivía en las profundidades del mar. En una ocasión salvó la vida de unos
marineros que habían naufragado, invitándoles a que se tomaran de su caparazón
para así conducirles a la playa. Al llegar a ésta, como resultado de su esfuerzo
y agotamiento, se vio imposibilitada a regresar al mar. Miles de insectos
aprovecharon la circunstancia para trepársele al caparazón y devorarla. Con
espíritu altruista, la tortuga decidió no presentar resistencia alguna,
haciendo un último esfuerzo y zambulléndose en el mar. Por el contrario,
permitió que los insectos consumieran su carne para así poder sobrevivir.
8. El cuerpo de un Buda es erguido, recto y de siete codos
de alto, ya que por eones se ha abstenido de tomar la vida de otros seres.
9. Como resultado de la práctica de las seis actitudes de
largo alcance (paramitas: generosidad, paciencia, moralidad, entusiasmo
perseverante, concentración y sabiduría), los codos y rodillas de un buda son
redondeados y suaves.
10. El bello corporal de un Buda crece hacia arriba, debido
a su compromiso con la ejecución de prácticas constructivas y su capacidad para
inspirar a otros a hacer lo mismo.
11. Los muslos de un Buda son bien torneados, fuertes y
esbeltos como los de un antílope, debido a su admiración y maestría de la
medicina, astrología, las artes y los oficios así como el uso de éstas
habilidades para beneficio de otros.
12. Como resultado de practicar la generosidad hacia todos
los seres, al ofrecerles alimento y sustento, los brazos de un Buda son
extremadamente largos. Al sentarse con las piernas entre cruzadas y con los
codos a su lado, sus manos cubren sus rodillas y sus dedos pueden tocar su
asiento.
13. Su sexo se encuentra resguardado y oculto, como
resultado de haber respetado sus votos de secrecía y no haber revelado lo que
era confidencial.
14. La piel de un Buda es dorada y luminosa, como producto
de haberle ofrecido asientos suaves y cómodos a todos los seres.
15. De la misma manera, su piel es fina y ausente de
manchas, como el oro purificado libre de todo tipo de impurezas. Esto es el
resultado de atender las necesidades de casa y cobijo de los más necesitados.
16. El bello corporal de un Buda se enrosca en el sentido de
las manecillas del reloj, con un cabello naciendo de cada poro. Esto es el
resultado de haberse liberado de toda distracción mental, excesivas ocupaciones
y confusión.
17. En su entrecejo presenta un cabello blanco enjoyado,
apretadamente enroscado en el sentido de las manecillas del reloj. Al ser
tirado de la punta, éste se extiende por una gran distancia y al liberarlo,
retorna naturalmente a su posición original.
Este signo, uno de los más difíciles de obtener, es el
producto de haber servido a sus superiores con devoción – padres, maestros,
mayores, mentores espirituales, abades etc. – y haberles respetado,
considerándoles como su joya más preciada. También es un signo que aparece al
haber ayudado a otros a obtener renacimientos afortunados dentro del samsara o
existencia cíclica. Al hacer postraciones, tocamos nuestra frente con nuestras
manos colocadas en el gesto de la plegaria, para así significar nuestro deseo
de obtener este signo.
18. El torso superior de un Buda se ensancha como el de un
león. Esto emana de nunca haber humillado o hecho menos a otros,
independientemente de su posición, poder o situación económica. A su vez
adviene, de nunca haber criticado la religión de otros así como nunca haber
maltratado a alguien en público o privado.
19. La parte superior de los hombros de un Buda es redondeada
y se encuentra bien conectada a su cuello. La red de sus venas no es visible,
esto es resultado de haber expresado su reconocimiento y apreciación a todos
los seres en vidas pasadas, nunca criticar negativamente el físico de otros,
reconocer los esfuerzos de los demás, emitir palabras de estímulo y
reconocimiento, así como alabar las virtudes de los que le rodean.
20. El área entre los huesos de la clavícula y los hombros
de un Buda es redondeada, carnosa y llena. Esto es producto de haber otorgado
en vidas pasadas a todos los seres, medicinas y sustancias nutritivas.
21. Un Buda posee una facultad gustativa especial. Sin
importar lo que coma, le es agradable y delicioso. Esto es el resultado de
haber cuidado de viejos, enfermos y en especial de aquellos que los demás
encuentran ofensivos y repulsivos
22. El cuerpo de un ser despierto es tan estable y bien
proporcionado como el de un árbol de bodhi plenamente maduro. Esto adviene de
haber construido e inspirar a otros a construir, jardines y parques públicos
para el disfrute de todos.
23. En la coronilla de su cabeza, los Budas presentan una
protuberancia redonda hecha de carne radiante, la cual se enrosca en el sentido
de las manecillas del reloj. Se dice que cuando se la ve de lejos, ésta
aparenta no ser más grande que cuatro dedos colocados sobre la coronilla de la
cabeza, más al examinarla de cerca, se torna imposible divisar su fin. Este es
uno de los signos más difíciles de adquirir y es el resultado de haber siempre
visualizado a sus maestros sobre la coronilla de su cabeza, así como haber
visitado y ejecutado, prácticas espirituales en muchos templos y monasterios.
Al colocar las manos, al inicio de una postración, en el gesto de la plegaria
sobre la coronilla de nuestras cabezas, expresamos nuestro deseo de adquirir en
el futuro, tan extraordinario signo.
24. La lengua de un Buda es extremadamente larga, de tal
forma que con ella puede tocar su pecho, coronilla y orejas. Esto es resultado
de haberse siempre dirigido a todos sus interlocutores de forma bondadosa y con
palabras de aliento, así como de haberles tratado con la gentileza de un animal
que lame y limpia a sus cachorros.
25. Su voz es melodiosa como la de un antiguo ruiseñor.
Fluye sin esfuerzo alguno y libera de sus temores a todo el que la escuchan. La
causa de la manifestación de este prodigioso signo, es haberle comunicado las
medidas preventivas a todos los seres en sus propias lenguas. Esta es la razón
por la que dentro de la tradición budista, se nos insta a aprender múltiples
idiomas, para así poder explicar las enseñanzas del Buda a todos los seres de
tal forma que las puedan genuinamente entender.
26. Las mejillas de un Buda son redondas, como los de un
león, producto de haberse desecho completamente de toda habla sin sentido y
lenguaje divisorio. Es así que debemos de tratar de comunicar tan solo lo que
es propio y adecuado para el momento y evitar hacer comentarios tontos con la
motivación de aparecer astutos.
27. Los dientes frontales de un Buda son más blancos y
brillantes que el resto de su dentadura, como resultado de haberle dedicado
halagos y expresado respeto a los seres despiertos y los individuos avanzados
en su práctica espiritual.
28. Sus dientes son todos del mismo largo, como producto de
haberse liberado de las cinco formas inadecuadas de ganarse la vida y de
siempre haberse dedicado a actividades honestas y rectas.
29. Sus dientes se encuentran en perfecta alineación, sin
vados o distancia entre uno y otro, esto es el resultado de haber hablado
siempre con la verdad y nunca haber engañado a otros.
30. Un Buda posee 40 dientes, proporcionalmente divididos
entre la mandíbula superior e inferior. La causa es el haberse liberado de todo
lenguaje divisorio así como de haber trabajado por la unión y beneficio de
todos los seres.
31. La porción blanca y negra de los ojos de un Buda es clara
y nítida, ausente de decoloraciones rojas o amarillas. Esto es el resultado de
haber visto a los demás con ojos de compasión y simpatía, así como de haber
trabajado sin descanso, en beneficio de todos los seres.
32. Las pestañas de un Buda son largas y rizadas, como las
de un toro. Esto es signo de haber visto a los demás sin apego, preferencias,
hostilidad, e ignorancia estrecha, así como de haber trabajado para distinguir
entre lo que es correcto e incorrecto.
Nadie ha sido desde el principio un ser plenamente
evolucionado o perfecto. Inclusive Shakyamuni comenzó su carrera espiritual
como un ser ordinario, lleno de confusión e ignorancia. Poseía una limitada
conciencia y cuerpo. No obstante, con entusiasmo positivo a lo largo de tres
grandes eones, el Bodhisattva trabajó arduamente para actualizar la red de
potenciales positivos. De esta manera, liberó a su mente de todos sus
obscurecimientos y evolucionó al punto de lograr la omnisciencia, estado
acompañado de la actualización de la red de cualidades físicas anteriormente
mencionadas. De hacernos concientes de las causas y cualidades que estos signos
reflejan, lograremos entender que aquellos que las han actualizado son
totalmente confiables y que de construir estas causas, también nosotros obtendremos
sus resultados.
Nuestra situación actual no es imposible, de orientarnos en
la dirección positiva y segura hacia la que estas cualidades apuntan y de
realmente esforzarnos en el camino, podremos ciertamente liberarnos de todas
nuestras limitaciones y temores.
Fuente: Casa Tíbet México
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