Padmasambhava
El rey y los veinticinco discípulos se dirigieron del
siguiente modo al precioso maestro de Oddiyana:
—Por favor, transmítenos una enseñanza profunda que verse
sobre el punto esencial, que sea completa y que sea, al mismo tiempo, fácil de
llevar a la práctica.
Entonces, Padmasambhava les ofreció, en respuesta a su
demanda, la siguiente instrucción:
—¡Cuan maravilloso!, monarca, princesa (Yeshe Tsogyal) y
resto de discípulos, el auténtico significado no es propiedad de nadie pero,
cuando es expuesto a quienes no son dignos de él, se convierte en motivo de
calumnia, incomprensión y ruptura. Aunque he efectuado importantes predicciones
sobre el futuro, los perversos caciques tibetanos no confían en mis palabras y,
propagando todo tipo de infundios, se entregan a la charlatanería.
»No obstante, explicaré concisamente lo que, movidos por
vuestra devoción, me demandáis. Pero, dado que todavía no es el tiempo de
propagar esta enseñanza, primeramente debéis ponerla en práctica. Así pues,
dado que esta enseñanza será ocultada como un tesoro espiritual para beneficio
de las generaciones futuras, ¡ahora debéis hacer el juramento del secreto!
Así pues, después de que prestasen juramento de samaya,
Padmasambhava se dirigió en primer lugar al rey:
»Escucha, oh rey Trisongdetsen, siéntate en la posición del
loto, mantén erecto tu cuerpo y medita. Dispón tu atención libre de
pensamientos y conceptos, sin que el foco de tu mente se centre en ningún
objeto en particular y sin concentrarte en ninguna marca concreta. Permanece
quieto, calmo y despierto. Cuando seas capaz de reposar en ese estado, los
signos de progreso aparecerán de manera natural y percibirás la claridad de la
conciencia que nunca surge ni cesa y el conocimiento libre de toda obstrucción.
Ése es el estado iluminado que reside en uno mismo y que no debe ser buscado en
ningún otro sitio, puesto que es espontáneo. ¡Qué maravilla!
»Escucha, devota Tsogyal de Kharchen, puesto que la mente
carece de identidad concreta que pueda ser mostrada, permanece sin distracción,
más allá de toda meditación, en el estado natural no fabricado y
espontáneamente presente. Cuando reposas de ese modo, la liberación acaece por
sí misma, y esto es lo que se denomina iluminación.
»Escucha, Palgyi Senge, mi eminente y noble hijo, todos los
fenómenos de samsara y nirvana no son más que la mente y no surgen con
independencia de ésta. La mente carece de naturaleza propia y se halla más allá
de los pensamientos, las palabras y las descripciones. No te aferres, pues, a
lo placentero ni rechaces las experiencias negativas; no afirmes, no niegues,
no establezcas diferencias, sino que permanece vívidamente despierto en el
estado natural no fabricado. Permaneciendo de ese modo, el signo de progreso
será que tu cuerpo, palabra y mente se sentirán libres y cómodos, más allá de
los confines del placer y el dolor, y ese momento de comprensión es el estado
iluminado.
»Escucha, Vairocana, ser encomiable, todas las apariencias y
fenómenos surgen de la propia mente. Sin embargo, aunque samsara y nirvana
aparecen en la propia mente, ésta no puede ser aprehendida y carece de centro o
periferia. Así pues, en el estado natural de la vasta ecuanimidad intrínseca y
no fabricada, permanece sin distracción en la gran ausencia de esfuerzo. Todos
los pensamientos que puedas albergar surgen en el espacio del despertar. El
estado iluminado no es más que esto. Lo que se denomina Buda no es sino la
plena actualización de la clara conciencia naturalmente cognoscente.
»Escucha, Yudra Nyingpo de Gyalmo, dado que la mente es no
nacida, no puede ser vista. Despréndete de todo concepto y etiqueta mental y no
sigas el rastro de tus pensamientos. No afirmes ni niegues sino que permanece
relajado en tu propia naturaleza. En ese estado, se corta completamente el
flujo del pensamiento y se desarrolla la sabiduría, estableciendo la línea
divisoria entre la ilusión y el despertar.
»Escucha, Namkhai Nyingpo, mendicante de Nub, la mente es
una simplicidad vacía del yo y lo mío; así pues, permanece en el estado de
emergencia y disolución espontáneas, libre de todo artificio. En ese momento,
surge el gozo interior y los signos de progreso ocurren de manera natural. Eso
es, en sí mismo, la iluminación.
»Escucha, Jñana Kumara, escucha atentamente esta enseñanza;
al principio, la mente no es creada por causa alguna y, al final, tampoco puede
ser destruida por condiciones. Así pues, permanece sin esfuerzo en ese estado
indescriptible y simple y, en ese momento, descubrirás sin necesidad de
búsqueda alguna el fruto dentro de ti mismo. Aparte de eso, no podrás encontrar
ningún estado de iluminación.
»Escucha, Gyalwa Chöyang de Nganlam, la mente despierta de
la iluminación no es producto de la meditación. De ese modo, libre de
conceptos, sin proyectar ni disolver los pensamientos, permanece con los
sentidos ampliamente abiertos, dejando que el movimiento de la mente se agote
por sí mismo. En ese estado, el pensamiento se disuelve espontáneamente y la
sabiduría aparece de manera natural sin que tenga que ser buscada. Eso es,
precisamente, la iluminación.
»Escucha, Dorje Dudjom de Nanam, aquello que se designa con
la expresión de "la mente despierta de la iluminación" (bodhicitta)
está dotado de una naturaleza primordialmente existente y carece de centro o
periferia. No trates de corregir ese estado autocognoscente y naturalmente
sereno; no lo cambies, no lo alteres sino que permanece relajado en el estado
natural. La mente que reposa libre de toda agitación constituye, en sí misma,
la iluminación.
»Escucha Yeshe de Yang de Ba y adiéstrate en esta
instrucción: la mente es inconmovible porque no se halla confinada a sujeto y
objeto. No te dejes distraer por el esfuerzo, la esperanza y el temor; no
corrijas los pensamientos tratando de cultivar unos y de evitar otros;
permanece en el estado natural sin agitar lo que ya es, de por sí, la
iluminación.
»Escucha, Palgyi Yeshe de Gongpo, el estado despierto de la
mente es no fabricado, espontáneo y existente por sí mismo. De ese modo, sin el
esfuerzo de sostener a sujeto y objeto, mora en el estado no fabricado de la
cognición natural. Reposando de ese modo, pondrás fin al flujo de la agitación.
Reconoce en ese momento el estado de iluminación.
»Escucha, Nanam Yeshe, joven mendicante de Shang, deja la
atención libre de toda acción dualista; no afirmes ni niegues y reposa en la no
acción espontánea sin aceptar ni rechazar nada. La iluminación consiste en no
distraerse de ese estado.
»Escucha, Palgyi Wangchuk de Kharchen, abandona la mente en
la no meditación, no fabriques una actitud sino que, sin construir nada, mora
en la cognición natural existente por sí misma. Permaneciendo en ese estado,
sin tratar de apartarte de samsara, la disolución natural de las faltas de
samsara constituye el surgimiento de la sabiduría de la iluminación.
»Escucha, Denma Tsemang, ser eminente, la mente está vacía
de sujeto y objeto, y no es algo que pueda ser creado. Así pues, libre de
esfuerzo y artificio, no trates de fabricar nada a través de la meditación y
permanece plenamente atento a la autoexistente cognición natural. Perseverando
en ese estado, se libera la cognición natural pero, si te apartas de él, jamás
encontrarás la iluminación.
»Escucha, traductor Kawa Paltsek de Chinpu, cuando se
abandona sujeto y objeto, la mente no puede ser señalada y tampoco puede ser
manipulada o corregida. Permanece en el estado de ecuanimidad, sin caer en la
fijación sobre algo concreto porque la iluminación consiste, precisamente, en
permanecer sin distracción en ese estado.
»Escucha, Palgyi Senge de Shubu, el estado despierto de la
mente está libre de todas las aseveraciones con respecto a si es más o menos.
No es algo fabricado sino que está naturalmente libre de un sujeto que acepta o
rechaza a un objeto. De ese modo, la iluminación consiste en no aferrarse a
nada sin obstrucción alguna.
»Escucha, Gyalwai Lodrö, mendicante de Dre, no se puede
concebir la mente y tampoco puede ser observada. Así pues, reposa más allá del
ser y el no ser, de la permanencia y la aniquilación, y descansa libre del acto
de meditar, el meditador y el objeto de meditación. Reposar con plena atención
en ese estado es lo que se denomina el dharmakaya de la iluminación.
»Escucha esta enseñanza, Lokyi Chungpa, permite que la
atención se libere de la dualidad de conocedor y conocido. No te fijes sobre
nada, relájate libremente sin albergar cuita alguna y permanece en ese estado
vacío de naturaleza propia, ya que la iluminación no es más que eso.
»Escucha, Drenpa Namkha, la mente percibe pero esta libre de
substancia, conoce aunque carece de conceptos, es consciente aunque
indescriptible. Libre de los movimientos del pensamiento conceptual, permanece
en ese estado de pleno despertar y apertura, puesto que descansar en esa
naturaleza es en sí mismo la iluminación.
»Escucha, Palgyi Wanchuk de Odren, la mente despierta es una
vacuidad capaz de percibir, una cognición vacía pero luminosa. Mora en ese
estado autoexistente, no lo cambies ni lo corrijas porque la iluminación no
consiste más que en permanecer de manera inmutable en ese estado.
»Escucha, Rinchen Chok, dado que no es nada en absoluto, la
identidad de la atención no puede ser establecida y tampoco puede ser mejorada
o empeorada por medio de la meditación. No corrijas ni alteres la frescura
natural y permanece en el estado de la presencia espontánea. No permitas que tu
mente se aparte de ello pues no encontrarás ningún fruto más allá de ese
estado.
»Escucha, Sangye Yeshe, mendicante de Nub, aunque es capaz
de percibir, la mente despierta esta vacía y, del mismo modo, está vacía aunque
percibe. Es una unidad inconcebible de percepción y vacuidad consciente.
Relájate, pues, en el estado natural, sin distraerte de dicha esfera.
Permanecer de manera inmutable en ese estado es la iluminación.
»Escucha, Palgyi Dorje Wangchuk de Lhalung, la naturaleza de
la mente carece de límites y atributos; por eso, no trates de fabricarla o de
mejorarla, sino que permanece sin cambiarla ni olvidarte de ella, ya que esto
es en sí la iluminación.
»Escucha, Könchok Jungne de Langdro, la mente no es algo
concreto sino que es primordialmente pura y natural y espontáneamente vacía,
así que permanece en el estado libre de meditador y de objeto de meditación y,
gracias a ello, obtendrás el fruto de la iluminación.
»Escucha, Gyalwa Jangchub de Lasum, la mente no surge ni
cesa, carece de todo atributo concreto. Vacía por naturaleza, su cognición
carece de obstrucción. Permanecer sin separación en ese estado es la
iluminación.
»Aplicad estas enseñanzas a vuestra propia experiencia.
Podéis conocer todos los sutras y tantras y sus comentarios, cuyas palabras
colman los límites del espacio, pero su significado esencial se halla contenido
simplemente en los puntos vitales recién mencionados. De ese modo, ponedlos en
práctica y ocultadlos como tesoros espirituales siguiendo el juramento que
habéis formulado.
Así habló Padmasambhava y, gracias a esta instrucción
esencial, todos los discípulos se liberaron y alcanzaron la realización.
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